octubre 29, 2012

BLOG | Los Pescados – T. Rex / El Camello

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Plan Arteria

T. Rex 

Por Juan Fernando Andrade

La melodía de esta canción es tan… cómo decirlo, ¿amigable?, que teníamos que dañarla de alguna manera. Cuando ocurren cosas como esa pensamos en el principio con el que Kurt Cobain componía muchas de las canciones de Nirvana, algo así como juntar las melodías de Los Beatles con la maldad de Black Sabbath. Y ya que teníamos una canción que casi y podría tocarse en el lobby de un hotel mientras familias cristianas disfrutan de un buffet mediterráneo, decididnos ponerle una letra suicida.

La primera estrofa es, evidentemente, una confesión de primera mano: llevamos años tocando y estamos sordos y maltrechos pero lo seguimos haciendo. Ahora bien, lo hacemos porque de alguna manera tocar nos mantiene con pulso, pero también nos genera frustraciones, nos hace daño. Hemos visto bandas desaparecer porque la música independiente en el Ecuador es insostenible, o gente que lleva más de diez años “en el negocio” y aún tiene que vender un carro o hipotecar su casa cada vez que quiere grabar un disco. Este tipo de traumas te comen el cerebro, te causan insomnio y una persona que no puede dormir no puede hacer mucho más tampoco.

La falta de sueño ocasiona, entre otras cosas, falta de comunicación entre neuronas y puede conducir a la demencia. Por eso, en la segunda estrofa escribimos: Todo lo que quiero / Es poder dormir / Me quedé sin gotas / Tengo que sufrir / Mordiendo el techo. Esas gotas se llaman Neuryl (el famoso clonazepam de Calamaro y tantos otros), un relajante muscular con propiedades ansiolíticas que en ciertas farmacias se vende sin receta. Las gotas se disuelven en un poco de agua y listo, ahí se ven. De dormir, duermes, pero el sueño químico es más bien un corte de electricidad, un apagón: pasas ocho o diez o doce horas out, pero luego no recuerdas nada de nada, no parpadeas ni le das vuelta a la almohada ni te levantas a mear: es un sueño sin sueños. Y aún así es mejor que quedarse boca arriba y “mordiendo el techo”, frase acuñada por todos aquellos a quienes se les fue la mano con la fundita blanca, ya sea porque la fiesta estuvo buena o porque se portaron egoístas y se la metieron toda sin decirle a nadie.

El coro, que tiene esa voz Bowie-Jagger en su etapa más coqueta, es para nosotros el momento en el que el suicida jala el gatillo y se vuela la cabeza. Y mi cabeza… / Y mi cabeza… Nos gusta mucho que, cuando lo tocamos en vivo, la gente lo tome como el momento preciso para levantar las manos y bailar. Eso, así queremos creerlo, significa que la ironía y la rivalidad entre ideas llegaron a buen puerto: en la contradicción está el gusto.

La segunda estrofa retoma la sensación del miedo-dependencia al sueño químico. ¿Y si tomaste más gotas de las necesarias y ya nunca más habrá buffet mediterráneo junto a los otros cristianos? Puede pasar. Pudo haber pasado ya y esa imagen del zombi que aún no entiende que es zombi, y que dicho sea de paso anhela la existencia de un Dios al cual llevarle las plegarias que se dirán en su funeral, nos pareció, por decir lo menos, oportuna. Además, en ese momento la guitarra se queda sola y bien podría entonces un alma en pena treparse a las cuerdas.

Pero lo que más nos gusta son las frases con las que se despide la canción. Adiós amigos / Adiós mundo cruel. Ambas vienen de momentos clave en la historia del rock y tienen que ver con el final de los días. La primera es el nombre del último disco de Los Ramones, lanzado en 1995, que abre con la versión de I Don’t Wanna Grow Up, esa canción de Tom Waits que retrata mejor que ninguna otra la enfermedad conocida como Síndrome de Peter Pan. En ese título, en ese disco y en esa canción está el final de Los Ramones y el comienzo de su leyenda, es decir de su vida después de la muerte. Y la frase siguiente, “Adiós mundo cruel”, es el título de la canción con la que se acaba la primera mitad del The Wall de Pink Floyd, el álbum que por un lado conquistó el reino de los cielos y por otro mató a la banda en su mejor momento.

Eso queríamos, una muerte que se pudiese rockear y hasta bailar de ser necesario.
¡Feliz día de los muertos!

T. REX

Cuánto tiempo
En medio de tanto ruido
Y aquí
Aquí vamos de nuevo

Todo lo que quiero
Es poder dormir
Me quedé sin gotas
Tengo que sufrir
Mordiendo el techo

Y mi cabeza…
Y mi cabeza…

En la noche pienso
Capaz y ya me fui
Pasó sin darme cuenta
Y dejé de existir
Por eso estás llorando

Estoy llevando
Tus plegarias a Dios

Y mi cabeza…
Y mi cabeza…

Adiós amigos
Adiós mundo cruel

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